Mi Crónica Animal por Teresa

 

Crónica  Animal Trail 4º Edición 2013. Categoría  23 km- Marcha

He participado en el Animal Trail 2013 en la categoría La Bella 23km Marcha, antes de llegar a la meta ya sabía que era  vencedora. Mi competición comenzó el domingo a las 7.30 de la mañana cuando sonó el despertador. No quería levantarme, tenía sueño y tenía  motivos para quedarme en la cama: era domingo, estaba cansada, hacía frío, 23 Km con un desnivel acumulado de 1050 metros no es un plan muy atractivo, iba a llover, no me apetece que me cronometren, no me gusta el campo con tanta gente, no quiero llegar la última, no me gusta hacer el ridículo.  Quedarse en la cama durmiendo hubiese sido lo cómodo, lo fácil y lo seguro, pero apague  el despertado y me levante de la cama de un salto, con mucha ilusión, sabiendo que era un día especial. Sentía el pellizco en el estómago que me provoca la emoción de de los retos, de lo desconocido. Quería hacer los 23 Km y disfrutar al máximo la experiencia, aprender,  ampliar mi visión del mundo, ir más allá de dormir confortablemente hasta las 12 y vivir el domingo como un día dónde no ocurre nada especial. 

Bajo a desayunar y me encuentro a otros corredores, la ropa deportiva nos delata. Todos estamos para lo mismo, me siento con ellos y compartimos un rico desayuno. Les cuento orgullosa que mi novio se ha marchado ya porque participa en la Bestia y que yo vivo en Sevilla. Ellos son de Alcalá de Guadaíra y participan en la categoría La Bella Runner. El año pasado ya corrieron y este año han vuelto porque les encantó la prueba. Me cuentan que el recorrido es muy bonito, pero bastante complicado. Me aconsejan que vaya tranquila, que no me agobie. Son muy simpáticos, me ha encantado conocerlos pero no quiero que sus comentarios sobre la dureza de la prueba me afecten. Me digo a mi misma, es sólo una opinión. Hoy también tendré yo una opinión sobre el Animal Trail, la mía propia.

 

Llego a la zona de salida, La Rejetilla a las 9 horas  de la mañana.  La salida está prevista para las 10.30 horas pero finalmente saldremos a las  10.45 horas.  El ambiente  es de fiesta, suena la música y van llegando los participantes.  Todos me parecen más fuertes y rápidos que yo. Mejor equipados. Sopla un viento frio, aunque brilla el sol, a ratos las nubes se presentan como una amenaza oscura.  Se respira nerviosismo y emoción.  Ahora me doy cuenta  que la parte más dura, la más animal  de toda la prueba, fue   el tiempo interminable previo a la salida porque  tuve que  luchar  contra todos  mis miedos que intentaban sabotear la confiaba que tengo en mí, debilitarme para la competición. Me repetía como un mantra: Yo puedo. Yo puedo. He venido a disfrutar y  voy  dar lo máximo.  Esta es mi victoria!! 

Preparados, listo ¡! ya!! Salimos  disparados, ansiosos después de tanta espera. Yo voy  casi la última, en el pelotón  de la categoría  Marcha.  En un minuto hemos perdido a los corredores. Camino rápido, con paso firme, clavando los bastones con fuerza en  la tierra.  Dejo el sendero y empiezo a subir,  avanzado cada vez más rápido, dejando atrás  olivos, castaños, encinas, pinares y   participantes.  EL paisaje es  de mil tonalidades de verde y marrón.  El campo huele a jara y  a romero, florecillas puntillean el campo, las montañas  perfilan  el horizonte. Las vistas son tan bonitas   que dan ganas de pararse y  contemplarlas  todo el día.  Pero no puedo  parar, me puede el deseo de  ir dejando atrás  a otros  marchadores.  Si a quién  adelanto es un corredor de la Bella, la emoción es doble. La senda se pierde, pero las balizas blancas y rojas de la organización,  indican que hay que seguir subiendo, trepando con las manos en los cuádriceps que resulta más fácil.  No pienso en la dificultad de la subida, me da más energía pensar en  el paisaje que me encontraré cuándo alcance el Puerto de la Mujer. Ahora toca bajar por una pista forestal, después de haber disfrutado de un vaso de agua fresca que me parece deliciosa del primer avituallamiento. Siento detrás mía  pisadas de corredores, que aprovechan el impulso de  la bajada y la firmeza de la pista para  avanzar y ganar tiempo. No quiero que nadie me adelante, pero lo hacen. Correr siempre ha sido la manera más rápida de desplazarse a pie por una persona, pero me da rabia. Me repito  a mi misma mis objetivo: Disfrutar,  dar el máximo, ser constante y no desistir.

Al  segundo avituallamiento, en la zona de acampada de Los sauces,   se llega ascendiendo por la pista forestal. La organización ha colocado  una mesa llena de manjares   a la sombra de una inmensa encina.  Saboreo mi primer trozo de sandía del año  y tomo unos orejones de  melocotón que parecen  de oro. El paisaje vuelva a cambiar, camino con cuidado,  guardando el equilibrio por una cañada  llena de piedras, la vegetación es cada vez más frondosa y el silencio es cada vez más intenso.  Tomo conciencia de que es la primera vez  en mi vida que ando sin compañía  por un paisaje tan  inquietante de sierra.  Sé que no corro peligro porque hay mucho personal de la organización y de protección civil  velando por la seguridad de los participantes. El bosque de pinsapo se cierra a mi paso, algunos troncos tienen figuras extrañas y el sol  lucha por colarse entre las ramas. Me siento tan  feliz, disfrutando del entorno y de la experiencia, qué me tropiezo con el  tercer y último avituallamiento. Estoy en el km 14. Esto está casi se está acabando, qué pena. Creo que los últimos 8 km  los hice casi en una hora, gran parte  discurre cuesta abajo por una pista forestal de las que no me gustan. Sólo la bajada de un cortafuego crea  emoción al recorrido.  Un cartel indica que estoy en el km 20,2.  A lo lejos se escucha  el estruendo de      tormenta , que me reta a  que   camine  aún más veloz para  no darle la  oportunidad de que me alcance.  Imposible, fue más rápida que  yo. Empieza a llover, casi a granizar. Ya no me importa  mojarme, estoy casi llegando a la meta, tengo las manos rojas del frio y  empiezo a empaparme. La puesta en escena para atravesar la meta    es apoteósica.

La emoción de atravesar la meta es inmensa, no hay mejor premio que terminar lo que  uno se propone. Un subidón  de autoestima y emoción.  Una sensación especial,  que quiero volver a repetir. Me sentí  poderosa, llena de alegría y  con muchas ganas de compartir mis sensaciones con mi amor, qué aún seguía  corriendo a lo bestia por el maravilloso paisaje de la Sierra de las Nieves.

Al final gané un premio de la Organización. El único que hay  para la categoría  BELLA-Marcha. “Premio a la Regularidad”.  Me hizo ilusión recibirlo porque yo nunca me había subido a un podium. Aunque  para mí el  verdadero premio no lo representa el  trofeo, sino en haberme levantado cuando sonó el despertador el domingo a las 7.30 y haber disfrutado al máximo la experiencia Animal Trail.